Nunca imagine decir que renunciaría a tí, que ya no te volvería a ver nunca más, pero en mis momentos de soledad recuerdo con mucho agrado y felicidad palabras tuyas que alguna vez endulzaron mis sentidos con tu voz grave e inofensiva, que al presente se han convertido en una sustancia amarga y vacía.
Ahora puedo decir que te eche de mi vida, te solté de mis manos y caíste lentamente al abismo, aquel deshonesto y frío vacío que no pretendo conocer, con mucho dolor y remordimiento te echo al despeñadero, lugar donde no oiré tus alaridos de socorro porque yo ya no estaré para ayudarte como siempre lo hice. Arriba de tí hallaras la mujer que nunca falló.
Y te será difícil encontrarme, como la espuma que crece y desaparece nunca más volverás a oír de mí. Te eché al abismo.



0 comentarios:
Publicar un comentario